Sábado
6 de abril
Una vez por semana me las encuentro en una calle en cuesta. Me las llevo a
casa y las miro vivir. Aparentemente son flores. Aparentemente. Las cosas
nunca son sólo cosas. Estas por ejemplo, unos tulipanes, hacen que en la
casa resuene una nota alegre, fraterna. Los libros que no puedo resistirme a
abrir son menos generosos. Los libros no saben, como los tulipanes, morir y
nacer de nuevo y finalmente morir sin más. Lo que ayuda, es lo pasajero. Lo
que aspira a eterno no resulta de ningún consuelo.
Domingo 7 de abril
Espero. He esperado toda mi vida. Esperaré toda mi vida. Soy incapaz de
decir lo que espero de este modo. Ignoro lo que puede poner fin a una espera
tan larga. No me impaciento ante este fin. El presente es vivido, plenamente
vivido, pero es poroso, aéreo. Lo que espero no es algo que pueda venir de
parte del tiempo. No puedo explicarme más sobre ello. ¿Por qué siempre hay
que explicarse?
Me hice escritor o más exactamente me dejé hacer escritor para disponer de
un tiempo puro desprovisto de cualquier ocupación seria.