Todo empezó con un número equivocado, el teléfono sonando
tres veces en la quietud de la noche y la voz en el otro extremo preguntando
por alguien que no era él. Mucho después, cuando fuera capaz de pensar en
las cosas que le habían sucedido, llegaría a la conclusión de que nada fue
real exceptuando la suerte. Pero eso sería mucho después. Al principio sólo
estaba el hecho y sus consecuencias. Si pudo haber sido de otra manera o si
todo estuvo predeterminado por la primera palabra que salió de la boca del
extraño, no es la cuestión. La cuestión es la historia en sí misma, y si
significa algo o no significa nada no es cosa de la historia decirlo.
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