El conocimiento de los
mitos, sueños e intuiciones, de los vislumbres de una realidad invisible
y de la sabiduría milenaria de la humanidad nos proporcionan
conjeturas y alusiones acerca del sentido de la vida y qué hemos
venido a hacer aquí. La oración, observancia, disciplina, pensamiento
y acción son los medios gracias a los cuales crecemos y encontramos
un sentido.
Una enfermedad mortal trae la enfermedad y el espíritu a nuestras vidas.
Nos enfrenta directamente a la verdad conforme nos despoja de las
preocupaciones superfluas e insignificantes. Nos hace conscientes de la
brevedad de la vida y de lo valiosos que son los buenos momentos, y nos
vincula a los demás y al sufrimiento que sólo los actos compasivos
pueden aliviar. Si no nos mata, nos hace más fuertes.
Los momentos de crisis son oportunidades para realizar cursos acelerados
sobre lo que significa ser humano. Si asumimos que somos seres
espirituales en una senda humana, y no seres humanos que puede recorrer
una senda espiritual, entonces los momentos más duros de nuestras vidas
también nos enseñan, nos ponen a prueba y a menudo nos devuelven a una
senda espiritual o a un camino con corazón; frecuentemente, cuando
pensábamos que nos habíamos perdido. Es un momento en el que acaso
descubramos o recordemos una vez más que este viaje humano es mucho más
fácil si amamos a otro ser, si observamos la divinidad en los demás, y
somos conscientes de que no estamos solos.
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Solo hay conjeturas y alusiones,
conjeturas precedidas de alusiones; y el resto
es oración, observancia, disciplina, pensamiento y acción.
T.S. Eliot
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